Santa Clara, uno de los epicentros tecnológicos de California, alberga actualmente 55 centros de datos en funcionamiento y tres más en desarrollo, la mayor concentración en todo el estado. Esta infraestructura es esencial para sostener el crecimiento del mundo digital, especialmente con el auge de la inteligencia artificial y los servicios en la nube. Sin embargo, mientras la economía se fortalece, también crecen las preocupaciones por su impacto ambiental y la presión sobre los recursos de la ciudad.
Energía al límite
El rápido crecimiento de los data centers ha disparado la demanda eléctrica. Silicon Valley Power, la compañía eléctrica municipal, reportó un aumento del 25% en su consumo energético entre 2019 y 2023, impulsado principalmente por estos centros.
Hoy, la red eléctrica de Santa Clara ha alcanzado su capacidad máxima para nuevos proyectos, lo que obligó a pausar la aprobación de nuevos centros hasta que se terminen las expansiones previstas, las cuales no estarían listas hasta 2029.
“Nos han solicitado añadir 500 megavatios de carga, un crecimiento enorme considerando que nuestro pico actual es de 720 MW”, explicó Nico Procos, director de operaciones de Silicon Valley Power.
Agua para enfriar servidores
Los data centers también demandan grandes cantidades de agua para mantener fríos sus equipos. En un estado como California, propenso a sequías, esto genera inquietud. Aunque 31 centros ya utilizan agua reciclada, el uso total sigue siendo elevado y la ciudad aún no ha publicado un estudio completo sobre el impacto hídrico.
“Necesitamos un análisis serio sobre la presión que ejercen estos centros sobre recursos tan vitales como el agua”, señaló Priya Cherukuru, comisionada de planificación.
Respaldos contaminantes
Otro tema que preocupa es el uso de generadores diésel como fuente de energía de respaldo. Aunque estos equipos son confiables en emergencias, también generan emisiones contaminantes.
“En caso de desastre, siempre se encuentra un mecánico diésel. Esa confiabilidad ha hecho que esta tecnología siga siendo el estándar”, explicó Jovan Grogan, gerente municipal.
Sin embargo, muchas voces señalan la contradicción entre promover una ciudad sostenible y permitir tecnología que contamina.
Espacio urbano bajo presión
El crecimiento de los data centers también compite con otros usos del suelo, como la construcción de vivienda, parques o espacios públicos. Gran parte del terreno se ha destinado a usos industriales, lo que ha generado tensiones entre el desarrollo económico y las necesidades de los vecinos.
“Estamos sacrificando oportunidades de desarrollo humano por infraestructura tecnológica. Santa Clara no puede convertirse solo en la ciudad de los servidores”, advirtió Cherukuru.
Una ciudad con beneficios, pero también con límites
No se puede negar el peso económico de los data centers. Solo en 2023, Santa Clara recaudó más de $40.9 millones en impuestos y pagos por servicios, lo que ayuda a sostener programas municipales e infraestructura. Pero también es cierto que este modelo está alcanzando sus límites.
Las autoridades locales enfrentan ahora una decisión difícil: ¿cómo mantener el impulso económico sin agotar los recursos naturales ni afectar la calidad de vida de sus habitantes?
“La gente usa internet, pero no ve todo lo que ocurre detrás: los servidores, la electricidad, los sistemas de respaldo… Hay beneficios, sí, pero también hay costos que no siempre se ven”, reflexionó la concejala Karen Hardy.
¿Qué puede hacer la ciudad?
Para enfrentar estos desafíos, el informe recomienda:
1. Elaborar un estudio ambiental integral que mida el consumo de agua, las emisiones y la huella energética de los data centers actuales.
2. Establecer estándares más exigentes en eficiencia energética y uso de energías renovables para futuras construcciones.
3. Limitar la concentración de data centers en zonas residenciales o sensibles.
4. Incentivar tecnologías de respaldo más limpias, que reduzcan el uso de combustibles fósiles.
5. Promover la transparencia ambiental de los data centers ante la comunidad.
Santa Clara ha sido ejemplo de innovación y progreso constante, pero hoy se enfrenta a este nuevo desafío ¿puede seguir creciendo sin comprometer su sostenibilidad ambiental y su calidad de vida? El futuro de la ciudad dependerá de cómo responda a ese desafío.