En medio de un panorama económico adverso y una abrupta pérdida de $70 millones en fondos federales, el condado de Santa Clara enfrenta una difícil tarea: proteger los servicios esenciales que sostienen a sus comunidades más vulnerables sin sacrificar su dignidad ni dejar a nadie atrás.
La propuesta presupuestaria para el año fiscal 2025-2026, presentada por el ejecutivo del condado, James Williams, deja al descubierto un déficit estructural profundo que exige decisiones complejas. Aunque se anticipa la eliminación de 279 puestos de trabajo de tiempo completo en distintas agencias, no se trata —necesariamente— de despidos masivos. La mayoría de estas plazas están vacantes, y se espera que el impacto laboral sea mitigado mediante jubilaciones naturales, congelación de contrataciones y reubicaciones internas. “Se han recortado muy pocos puestos ocupados”, expresó con serenidad Susan Ellenberg, supervisora del Distrito 4. “Lo más importante es que seguimos priorizando a las personas, no a los números. Aunque esto implica que en el futuro deberemos reconstruir estructuras debilitadas”.
Golpe al corazón del sistema de salud
El sistema de salud y hospitales, que representa un tercio del presupuesto total de $13 mil millones del condado, es el más golpeado. Se recortarán 119 puestos, incluyendo personal médico y especialistas en salud mental, lo que podría disminuir la capacidad de atención al paciente. Uno de los recortes más sensibles es la eliminación de una plaza de psiquiatra en los Servicios de Salud de Custodia, lo que complica la atención a personas en transición fuera del sistema carcelario, especialmente tras un año récord en muertes bajo custodia.
Sin embargo, la propuesta también incorpora 31 nuevos puestos para ampliar el servicio médico nocturno en las cárceles, evidenciando una redistribución de recursos más que una simple contracción.
Cambiar el PERT por TRUST
Uno de los cambios más significativos —y controversiales— es la eliminación del Equipo de Respuesta a Emergencias Psiquiátricas (PERT), un programa que unía a agentes de policía con profesionales de salud mental para atender crisis psicológicas. Aunque muchos lo veían como un intento de humanizar la intervención policial, sus críticos lo consideran una solución incompleta y, a veces, peligrosa.
En su lugar, el condado apuesta por TRUST (Equipo de Apoyo Urgente de Respuesta Confiable), una respuesta no policial diseñada y defendida por la comunidad.
“Creamos TRUST para brindar atención, no represión. Necesitamos ver más camionetas de TRUST en nuestras calles, no más armas”, afirmó la activistas Laurie Valdez, quien perdió a su pareja por un tiroteo. “Es hora de construir confianza real en nuestras comunidades”, celebró
Vivienda en riesgo, pero con salvavidas
Otro frente crítico es la vivienda. Con la reducción de $4.7 millones en el programa CalWORKS, unas 110 familias vulnerables podrían quedar sin acceso a ayuda para encontrar un hogar. La respuesta del condado ha sido clara: rechazar nuevas inscripciones para preservar a quienes ya están dentro del programa.
Además, se estima que la Oficina de Vivienda de Apoyo perderá $29 millones, aunque el fondo general absorberá esa pérdida por completo. Aun así, el camino sigue siendo incierto.
“El gobierno federal no actúa como aliado, sino como obstáculo”, declaró con dureza Margaret Abe-Koga, supervisora del Distrito 5. “Pero resistiremos. Esta es una oportunidad para reinventar cómo servimos, sin perder la esencia de nuestro compromiso humano”.
Un futuro bajo revisión constante
Con el presupuesto equilibrado al límite, Ellenberg admitió que cualquier oposición interna a los recortes debe ser medida y estratégica.
“No puedo oponerme sin saber de dónde saldrán los recursos. Pero no bajaremos la guardia. Revisaremos todo de nuevo en otoño, y si las proyecciones son menos severas de lo esperado, volveremos a poner sobre la mesa lo que se tuvo que guardar hoy”.
En un condado que atiende a cientos de miles de personas sin hogar, inmigrantes, enfermos y familias de bajos recursos, cada dólar presupuestado es una decisión de vida o muerte. Y cada recorte, un recordatorio de que detrás de las cifras hay rostros, historias y comunidades que siguen esperando ser escuchadas.