El silencio te hace cómplice, la única forma de cambiar es contribuyendo con tu
voz, dice un refrán; lamentablemente esta frase la comprendió tarde una
humilde trabajadora de escuela, sencilla mujer guerrera, que por más de 30
años, sufrió en silencio el maltrato y amenazas de su esposo a quien nunca
denunció por el amor a sus hijos, y hoy debe enfrentar a la corte, porque el mal
hombre si supo gritar y se adelantó a denunciar falsamente ante la policía que
ella era una violenta.

Esta es la historia conmovedora de Leticia Pérez de Trujillo, inmigrante
hispana, madre de dos hijos, que hoy compartimos como un ejemplo de
violencia doméstica donde el callarnos no ayuda en nada, simplemente nos
vuelve sumisos, temerosos y nos quitan esas ganas de luchar.

Entrevistada por la periodista Rossana Drumond, la madre inmigrante dice
entre lagrimas: “Es doloroso mirar tanta injusticia, en este momento ya no
debemos callarnos las mujeres. Tenemos que alzar la voz y denunciar la
violencia y el maltrato, no debemos tener miedo, porque sí podemos salir
adelante y solicitar ayuda de alguna organización”.

EL DOLOR

Pérez de Trujillo llegó a Estados Unidos con la ilusión de trabajar, sacar a su
familia adelante y así lo ha hecho por décadas, corre de un trabajo a otro para
que el tiempo le alcance, porque es una mujer guerrera y luchadora, cuando
llega a casa agotada y algunas veces hasta con hambre, lo mínimo que espera
es poder descansar unos minutos porque luego tiene que hacer las cosas del
hogar.
Allí empieza su tormento, como ella misma lo narra, su marido la menosprecia,
la insulta y agrede, es que Leticia ha sido víctima de violencia psicológica,
maltratos, amenazas verbales por parte de su esposo. Nunca lo denunció, por
30 años soportó este vejamen, hasta que en la última discusión él se hizo la
víctima.
“Llegue de trabajar, me senté en el sillón, tenía mucha calor, pero él como un
manipulador quita el termostato de la casa, quita el agua, corta la luz, yo me
traje un ventilador chico lo puse junto al sillón de la sala. Pero él seguía
insultando, agrediendo, como esto era todos los días lo tomaba como un loco y
alcohólico”, cuenta Leticia durante la entrevista.

Sin embargo, eso enfureció más al marido que empezó a tirar las cosas,
amenazar con botarlas a la basura, en ese intento él mismo se agrede y
empieza a sangrar, su misma furia hace que denuncie a Leticia ante la policía,
como que él había sido una víctima.
“La policía llegó, él se puso a hablar con ellos. No sé qué le contaría. La policía
entra y me dice que yo lo había golpeado, porque tenía sangre y me llevaron a
la dependencia, no escucharon las explicaciones de mi hijo que decía que su
padre era el agresor, que es un alcohólico y siempre está agrediendo”, agrega.
Este sufrimiento que hoy causa lágrimas agotadoras a Leticia es simplemente
porque el esposo agresor tomó la iniciativa de hablar primero a la policía y no
ella, guardando en silencio por todo este tiempo el dolor y la esperanza que
algún día ya no lo hará.

EL CODIGO PENAL

Con el testimonio de Pérez de Trujillo recordamos a todas nuestras lectoras
que bajo el Código Penal de California, la sección 240 establece que las
amenazas, agresiones verbales pueden considerarse un delito. Define
 una agresión como el intento ilegal, junto con la capacidad presente, de causar
una lesión violenta a otra persona. La agresión simple es una falta castigable
con hasta 6 meses de prisión.
Sin mencionar los efectos psicológicos que se pueden causar a largo y corto plazo
como consecuencia de la violencia doméstica. Por eso es importante que se
denuncie desde el primer momento que uno es agredido, porque de los insultos,
acoso y amenazas verbales pronto se pasa a la agresión y al abuso físico.

Leticia Pérez reconoce, después de tanto tiempo, que son bastantes los años
de vivir en esa agresión verbal, en maltratos, de soportarlo todo por las
apariencias de ser una familia feliz ante los demás, sin embargo a la primera
oportunidad su agresor tomo ventaja, perjudicándola y teniendo que enfrentar
ahora a una corte.

AYUDAR DE LOS DEMÁS

Es importante reconocer que Leticia Pérez, ha sabido canalizar sus fuerzas y
ahora ayuda a quienes también son víctimas de violencia doméstica y es una
activista comunitaria que lucha por los derechos de los trabajadores
inmigrantes.
“El estar detenida me permitió ver a otras mujeres que gritaban y gemían por
sus hijos, decir que sus maridos nunca las dejaron trabajar, llorar porque son
víctimas, pero por silencio nunca los denunciaron, ahora van a ser deportadas
o pasar sus días en la cárcel”, comenta.

Pérez continúa contando que ante ese sufrimiento les daba unas palabras de
consuelo, le enseñaba que Dios está con ellas, “para mí era un proceso bien
duro porque yo estaba allí por la misma situación, pero pude ayudar a darles
una palabra de aliento ante el sufrimiento de esas mujeres”, afirma.

Finalmente Pérez de Trujillo envió un mensaje para todas las mujeres diciendo
que “no estamos solas. Primero Dios y los demás que hagan fila, que somos
unas mujeres guerreras, trabajadoras; no necesitamos a un agresor como
pareja. No expongamos más a nuestra familia. Podemos crecer sin insultos y
sin que nos sigan aplastando, humillando y perjudicando a nuestro corazón”,
concluyó.
Este artículo es parte del proyecto periodístico sobre la violencia doméstica en
la comunidad latina y cuenta con el apoyo y generosidad de Blue Shield of
California Foundation.